CAPITULO 3 : ASPECTOS FUNDAMENTALES DEL ESPAÑOL COMO LENGUA MATERNA
Ubicados específicamente en el ámbito del Español o Castellano, nuestra lengua materna, nos
disponemos en este capítulo a reconocer sus principales componentes y lo que representan para
nosotros en el ejercicio cotidiano de la comunicación lingüística.
Lección 11: Breve reseña histórica del Español
Hacia el siglo III a. de C., previo a la llegada de los Romanos, la Península Ibérica estaba habitada por
pueblos de origen diferente: Celtas, Vascos, Íberos, Tartesios, Cántabros, Lusitanos y otros. En el año
197 a. de C. España pasó a ser provincia del Imperio Romano, que impuso una unidad política, cultural y
lingüística. En lo lingüístico se implementó el Latín, produciéndose la desaparición de las lenguas
peninsulares, menos del vascuence, hasta el punto de que hoy se considera que más del 70% del léxico
castellano provienen del Latín, junto con las estructuras sintácticas y morfológicas. Así por ejemplo, son
de ese origen palabras como cielo, rosa, ley, estrella, puerta, letra.
En el año 711 los Germanos fueron derrotados por fuerzas árabes procedentes de África,
consumándose una nueva invasión de la Península Ibérica, que a lo largo de ocho siglos (hasta 1492)
tendría una notable influencia en el Castellano, aportando, según Araus, Arévalo & Ojeda (1983)
“aproximadamente el 8% del caudal léxico actual de nuestra lengua, más algunos sonidos aislados:
alférez, atalaya, acicate, zaga, tambor, acequia (…) azúcar, aljibe, alfalfa, algodón, alberca (…) alfombra,
alcalde, cifra, soponcio, etcétera.” (p. 33).
En el siglo XVIII, conocido como neoclásico, se da en la cultura hispánica una notable tendencia
normativista, surgiendo gran interés por la corrección idiomática. Bajo ese contexto, en 1713 fue creada
la Real Academia Española de la Lengua, que se encargaría definitivamente de regularizar los aspectos
morfosintácticos, léxicos, fonéticos y ortográficos.
Actualmente la comunidad hispánica hablante consta de aproximadamente 400 millones de
personas distribuidas en más de 20 países ubicados en 4 continentes, lo que origina la existencia de de
cinco zonas diferentes de uso del español: metropolitana o madrileña, canaria, filipina, judeo-española y
americana, mas las colonias latinas en Norteamérica y algunos países europeos.
Finalmente, es de anotar que debido al intercambio cultural, político, económico y tecnológico, en el
español actual encontramos, además del influjo y aporte ya anotados, otros préstamos lexicales tanto de
lenguas prerrománticas como modernas. Por ejemplo, del vasco (Ganzúa, becerro, pizarra), de lenguas
africanas (Caraballo, chévere, congo), del hebreo (María, José, Jesús) y del inglés (fútbol, bikini, bar,
basquetbol, gol, club, sándwich, líder).
Lección 12: Componentes etimológicos del Español
Europeos y amerindios.
En concordancia con la lección anterior, debemos anotar que dada la diversidad en la procedencia
del léxico castellano, igualmente puede hablarse de distintos orígenes, raíces o etimologías de nuestras
palabras.
De su existencia, de su significación y de su forma. El término proviene del griego etimos=
elemento verdadero, auténtico, y logia= estudio.
Para realizar el estudio etimológico se tienen en cuenta especialmente las estructuras material y
significativa de las palabras. En cuanto a la primera, la material, las palabras se analizan de acuerdo con
su estructura distintiva. Así por ejemplo, en la palabra casa se pueden considerar: la palabra como tal
(casa), las sílabas que la forman (ca-sa) y los fonemas que la constituyen (c-a-s-a).
En la parte significativa se tiene en cuenta sobre todo la posibilidad de que su estructura interna
permita conocer aspectos del significado, o cómo sus componentes permiten formar nuevas palabras.
Etimológicamente suele utilizarse el término “lexema”, que significa, según Escobedo & Díaz (1991),
“La porción literal o silábica a la que se considera el elemento primitivo (raíz) de una palabra. Esta
porción es la que expresa la idea matriz o sentido fundamental de la palabra misma: am – ar, por ej.” (p.
32). Y es modificada o ampliada por otros elementos como el prefijo y el sufijo. Por ejemplo en la palabra
“vidriero” el sufijo ero indica o da idea de profesión u oficio; en este caso el lexema (raíz) vidr es
modificado, de tal manera que el término adquiere el significado de “hombre que trabajo el vidrio”.
Lección 13: Sinonimia, antonimia, paronimia.
En Español como en otras lenguas es común encontrar grupos de
palabras que entre sí mantienen relaciones de oposición, semejanza,
identificación o afinidad, bien sea desde su aspecto formal, sonoro o
significativo. Los casos más frecuentes son los siguientes:
- Palabras sinónimas. Son palabras o expresiones que tienen una misma
o muy parecida significación; es decir, una relación semántica de
similitud, siempre y cuando pertenezcan a la misma categoría gramatical. Suelen darse los siguientes
casos de sinonimia:
. Conceptual. Cuando las palabras relacionadas significan lo mismo y tienen el mismo referente. Ej.
Asno – burro.
. Referencial. Cuando los términos relacionados no significan igual, sin embargo remiten al mismo
referente. Ej. Cama – mueble, ave – gallina.
. Contextual. Cuando los términos únicamente establecen relación significativa según el contexto en
que se usen. Ej. Mi viejo amigo, un hombre viejo, un cuento viejo.
. De connotación. Cuando la relación entre términos obedece a valoraciones subjetivas, emocionales
o afectivas. Ej. Estoy muerto de hambre.
- Palabras antónimas. Las que expresan ideas contrarias u opuestas. Al igual que las sinónimas, deben
pertenecer a una misma categoría gramatical; por ejemplo, entre sustantivos: alegría tristeza; entre
adjetivos: alegre – triste; entre verbos: halar – empujar, tomar – entregar. La antonimia se da en tres
niveles, así:
.
-Antónimos graduales. Cuando existen distintos grados de significación en grupos de más de dos
palabras, pero solamente se oponen dos. Ej. Frío – caliente, sabiendo que existen significados
intermedios como templado, helado, tibio
- Antónimos complementarios. Cuando entre los dos antónimos uno excluye al otro, porque
solamente puede presentarse una de las dos posibilidades significativas. Ej. vivo – muerto, dentro –
fuera, lícito - ilícito.
. Antónimos recíprocos. Cuando el significado de una de las dos palabras implica la existencia
“obligada” de su opuesta; o sea que no puede darse una sin la otra. Ej. Salir – entrar.
- Palabras homófonas. La homofonía ocurre cuando dos palabras diferentes coinciden en su
pronunciación pero no en su escritura; es decir, existe relación entre el conjunto de fonemas pero no
en el de letras. Igualmente, sus significados son distintos. Ej. Honda (profunda) – onda (ondulación);
as (campeón) – haz (manojo) – has (del verbo haber); bendita (de bendecir) – vendita (de venda);
vocear (dar voces) – vosear (tratar a otro de vos).
- Palabras homógrafas. Se dan cuando dos o más palabras de diferente significado coinciden en su
escritura y su pronunciación. A la vez, constituyen un caso de homonimia. Ej. Llama (fuego) – llama
(verbo llamar) – llama (animal); vino (verbo venir) – vino (bebida).
- Palabras parónimas. Las que se parecen en el sonido o pronunciación, hasta el punto de generar
confusión en quien las escucha o equivocación en quien las pronuncia, pero se escriben diferente y
tiene significados distintos. Ej. actitud – aptitud, aprender – aprehender, azahar – azar, callado –
cayado, vaya – valla, poyo – pollo, sesión – sección, boxear – vocear.
- Palabras afines. Son las que mantienen una especie de “parentesco” en cuanto comparten algún
elemento lexemático o etimológico que las hace coincidir en parte de su forma y de su significado. Ej.
palabras que comparten el lexema meso (medio, en el medio, intermedio): Mesopotamia,
Mesoamérica, mesocarpio, mesocracia; palabras que comparten el lexema bio (vida): biología,
microbio; palabras que comparten el lexema teo (dios): ateo, teología, Teófilo.
Lección 14: La ortografía.
Un aspecto de vital importancia en el conocimiento y
uso de la lengua es la ortografía. En palabras de
Marín & España (2001),
se trata de una actividad normativa cuya
importancia ha ido creciendo con el
desarrollo de los nuevos sistemas de
comunicación y la capacidad de publicación
inmediata que ofrecen las nuevas técnicas
o las redes como Internet. La creación de
páginas propias o corporativas, los sistemas
de lectura automática de textos con
producción de sonido y una amplia gama
de nuevas profesiones exigen la corrección ortográfica o, vinculada al arte de
presentación impresa (electrónica o no): ortotipográfica.
- Los signos auxiliares y de puntuación. Del buen uso de la puntuación depende en gran parte la
comprensión y expresión de un texto escrito. Recordemos, por ahora, los signos de puntuación con
que cuenta el español:
El punto (.). Signo circular de muy pequeñas dimensiones, que se utiliza para señalar una pausa larga
que marca el final de una frase u oración. Se distinguen el punto final, el punto y seguido y el punto
y aparte.
.La coma (,). Representa en la escritura una pausa breve que se hace al hablar o leer. Sirve también
para organizar sintácticamente la frase u oración.
.
El punto y coma (;). Señala una pausa más larga que la de la coma pero menor que la del punto y
seguido. La palabra que sigue después del punto y coma debe siempre iniciarse con minúscula,
excepto si es un nombre propio.
Los puntos suspensivos (…). Suponen una interrupción de la expresión o un final impreciso. Deben
usarse solamente tres.
.
Los dos puntos (:). Se utilizan para detener el discurso si se desea llamar la atención sobre lo que
sigue. Después de los dos puntos se inicia generalmente con minúscula.
.
Los paréntesis ( ). Se utilizan para encerrar expresiones o elementos incidentales o aclaratorios que se
intercalan dentro del escrito.
Signos de interrogación (¿?). Encierran enunciados que interrogan o con los cuales se hacen
preguntas. En castellano debe utilizarse el de apertura (¿) y el de cierre (?). Después del signo de
cierre nunca se escribe punto, pues el mismo lo contiene.
.
Signos de exclamación (¡!). Encierran enunciados que exclaman, es decir, se usan en expresiones con
las que se quiere llamar la atención, mostrar dolor, sorpresa, entusiasmo, admiración o dar una
orden en forma enérgica. Como en el caso de los signos de interrogación, después del signo de
cierre no se escribe punto; igualmente, debe usarse el de apertura y el de cierre.
.
Los corchetes. Se utilizan de manera parecida a los paréntesis, para incorporar información
complementaria o aclaratoria.
Las comillas. Signo auxiliar doble que se emplea al principio y al final de una palabra expresión que se
quiere destacar.
. El guion (-). Signo auxiliar que consiste en un trazo más corto que la raya, con diferentes funciones
(que se verán más adelante).
.
Otros signos. La raya, el asterisco, la barra, el apóstrofo, la diéresis o crema y las llaves.
El uso de los más representativos entre los signos citados será tratado en lecciones posteriores.
Lección 15: Préstamo lingüístico y extranjerismos
Anteriormente veíamos cómo buena parte del léxico castellano proviene del aporte de diferentes
lenguas que por razones históricas, socioculturales, políticas o económicas han tenido contacto e
influencia directa con la nuestra. Dichos aportes se vienen haciendo desde épocas remotas de la lengua;
así por ejemplo, vale recordar la absorción de arabismos durante la edad media, la acogida de
indigenismos a partir de la llegada de los españoles a América, la aceptación de galicismos (palabras
provenientes del francés) con la Ilustración del siglo XVIII, la apropiación de italianismos durante el
Renacimiento o la penetración masiva de anglicismos (palabras provenientes del inglés) desde el siglo
XIX hasta nuestros días. Sin embargo, es de anotar que este tipo de préstamos lingüísticos forman parte
de la dinámica propia de la conformación histórica
del Español y que de manera natural entraron y se
incorporaron en el uso normal de la lengua,
acomodando su forma original a los patrones
comunicativos de la misma, tales como la
pronunciación, la escritura, la ortografía u otros.
Por ejemplo, de la palabra original francesa
batterie se llegaría, gracias a ese proceso de
acomodación, a la palabra española batería, del
término náhuatl tzictli al español chicle, o del
inglés beefsteak al español bistec. A ese tipo de
palabras, cuya inclusión en nuestro idioma
obedece a un largo proceso en el tiempo, se les conoce como “extranjerismos incorporados” o
“préstamos adaptados”; sobre los mismos, en palabras de la RAE (2011), “no existe conciencia en los
hablantes actuales de su originaria condición de extranjerismos, por lo que no cabe ya considerarlos sino
como voces españolas” (p. 597).
De otro lado, existe el concepto de “extranjerismos crudos, no adaptados o semiadaptados”, que
según la misma RAE (2011) “son aquellos que se pronuncian con la grafía y la pronunciación (más o
menos exacta o aproximada) que tienen en su lengua de origen, y no se ajustan, por ello, al sistema
fonológico ni ortográfico de español” (p. 597), llegando incluso en ocasiones a afectar el sistema
ortográfico de nuestra lengua.
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